Los inicios de esta festividad remotan de Irlanda en el año 100 Antes de Cristo (AC). En aquella época, Halloween era un festival pagano que realizaban los celtas con el nombre de “Samhain”, una antigua palabra gaélica que significa “el final de la cosecha”.
En dicho festival, los celtas paganos almacenaban provisiones de alimentos y sacrificaban ganados para prepararse para el invierno.
Los celtas creían que en la noche de “Samhain” (Halloween) se abría un portal por lo que los espíritus muertos volvían a visitar el mundo de los mortales. Para evitar ser molestados por los espíritus, encendían grandes hogueras y también dejaban dulces y comida fuera de sus casas para evitar “enfurecer” a los espíritus y utilizaban máscaras con formas diabólicas para ahuyentarlos.
Con el tiempo, la tradición se fue extendiendo por Norteamérica y algunos países de América como Chile.
En tal sentido, la tradición tomó el hecho de que los niños se tuvieran que disfrazar para ir recorriendo casas bajo el lema “dulce o travesura”, siendo la travesura la “maldad” de los espíritus.
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